Deontología
Viene del griego “deontos” = deber y de “logos” =
tratado y Por tanto, etimológicamente significa tratado de los deberes.
Constituye un conjunto de principios y reglas éticas que inspiran y guían la
conducta profesional del médico. Su talante es por ello, el de aconsejar,
inspirar y recomendar.
Origen y evolución; Si bien la moral y la
deontología en el campo médico han tenido una tradición desde tiempos remotos,
el Juramento de Hipócrates es prueba de esta preocupación por el actuar médico,
la bioética en el sentido que la entendemos en la actualidad es más reciente.
Tendríamos que situarnos en el año 1947, cuando tras la Segunda Guerra Mundial
la sociedad toma conciencia de los problemas éticos de la medicina por los Experimentos
médicos del nazismo.
INTRODUCCIÓN
Nos encontramos en una época de densidad ética
debido a que las normas éticas se están convirtiendo en el referente en
sociedades avanzadas. La ética como indicativo para la acción: cuestiones que
apelando a las leyes se resuelven mal y encuentran una mejor solución si se
encauzan desde la ética a causa de la conciencia, de modo que se sitúan por
encima de la ley, en un rasgo de coraje y futuro, al reformular normas para el Beneficio
de los demás, para mejorar. La ética que proponemos es una ética dialógica,
definida por Adela Cortina
Como Ética de mínimos, universal y de consenso,
ética de principios generales presentes en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Es el bien consensuado, dialogado entre Todos, ya que el bien
y las normas son Dinámicos y cambiantes.
El poder de la ética asumido por todos se encuentra representado
en la Deontología como teoría del deber aplicado a una profesión. Cortina
enumera cuáles son los elementos que conforman la dimensión ética de una profesión:
la finalidad de la actividad, la formación del carácter, la actividad grupal,
las buenas prácticas, los usuarios y la metodología para lograr un lenguaje
común. La actividad profesional.
La dimensión ética de la profesión
La dimensión ética de la profesión resulta
necesaria para entender las relaciones de la profesión como grupo, con la
sociedad, con la organización, y entre los profesionales como individuos.
Frankel define la profesión como una comunidad moral cuando sus miembros se
distinguen, como individuos y como grupo, por unas metas, unas creencias y unos
valores que comparten y marcan sus relaciones entre ellos mismos y entre otros.
La profesión se transforma en un gran marco de referencia, en donde estos
valores y creencias definen una conducta que sirve como práctica individual
Para aquellos que forman parte de ella, ya que la profesión nace y se desarrolla socialmente a través del comportamiento individual de sus miembros.
El
principio de autonomía refuerza la dimensión moral de una profesión. Parte de
la autonomía individual, como actitud auto controladora de decidir por sí mismo
en Cada situación, libre de manipulaciones e influencias, aunque entendido como
un Privilegio de garantía social, no como un derecho de la profesión. En este
sentido, Podemos hablar de una autonomía profesional cimentada en una persona
como fin en sí Misma pero con un ineludible compromiso con los demás. La
autonomía personal Corresponde al ámbito de la vida privada mientras la
autonomía responsable corresponde al ámbito de la vida pública, ya que ser
responsable significa tener que dar Respuestas a uno mismo y a los otros.
.
El
principio de responsabilidad sustenta al principio de autonomía debido a su
doble dimensión: una dimensión personal, como ser individual y una dimensión
social, como ser con vocación comunitaria. Frankel
Recuerda
que la dimensión moral de una Profesión pertenece al colectivo y el excesivo
énfasis en lo individual no puede hacer olvidar la importancia de la estructura
social que mantiene al individuo consciente de su comportamiento, propicia una
correcta transmisión de las normas y establece una correcta relación con los
usuarios. La profesión, como grupo, cobra fuerza, visibilidad, estabilidad,
duración en el tiempo, y responsabilidad moral colectiva de forma independiente
a la postura ética de cada uno de sus miembros, ya que la responsabilidad ética
de una profesión está cualificada por los valores y deberes de la profesión. A
los principios de autonomía y responsabilidad debemos añadir el concepto de
conciencia profesional como característica de la dimensión ética de la
profesión. Definimos conciencia como la propiedad que tiene el espíritu humano
de aplicar juicios normativos espontáneos e inmediatos sobre el valor de
ciertos actos individuales determinados. En opinión de Vázquez Fernández
La
conciencia psicológica y la conciencia moral pertenecen a la dimensión
individual de una persona. Por la conciencia psicológica somos dueños de
nuestros actos y a través de la conciencia moral establecemos la voluntad de
distinguir entre el bien y el mal fruto de la educación y el aprendizaje a lo
largo de nuestra vida, a partir del conocimiento de los principios y valores
morales, la aplicación de éstos a una acción en una situación concreta, y la decisión de la voluntad de aceptar o rechazar la acción. La
conciencia profesional, sin embargo, corresponde al ámbito de las relaciones
interpersonales, y este autor la define como,
“una
dimensión esencial de la conciencia individual que se manifiesta en un
comportamiento social responsable acerca de los deberes especifico de una
profesión.
Principios, valores y obligaciones
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Los
principios, valores y obligaciones son elementos definitorios de los códigos
Deontológicos.
Un
principio constituye un nivel mínimo de exigencia de alguna dimensión moral, es
de carácter general y podemos encontrarlo en documentos de esencia ética, que
suponen manifiestos o declaraciones de intenciones. El mejor ejemplo podemos encontrarlo
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, declaración de principios
básicos de derechos humanos y libertades, que sirve de ideal común para todos
los pueblos y naciones, de gran valor moral, aunque también político, y para
algunos autores jurídico como normas de derecho consuetudinario, pero en donde
fundamentalmente se exponen principios éticos comunes aplicables a la sociedad
El informe Nolan puede constituir otro
documento de referencia. Elaborado en el Reino
Unido en
1995 por un Comité de Expertos, establece los principios básicos sobre los que
han de basarse las Normas de Conducta de la Vida Pública: altruismo, por encima
del beneficio propio; integridad, no mantener obligaciones con terceros;
objetividad, en el desempeño de servicios; responsabilidad en las acciones y
decisiones; transparencia, honestidad y autonomía.
Los códigos deontológicos
Realizando
una pequeña síntesis de lo expuesto hasta el momento, en un código deontológico
debe encontrarse presente la ética humanística, a fin de ofrecer ideales de
Comportamiento
individual y de comportamiento social responsable acerca de los deberes específicos
de una profesión. Debe responder a un modelo alejado de lo jurídico, aunque
hemos reconocido la dimensión ética-jurídica de los códigos de acuerdo a los
elementos diferenciadores analizados anteriormente entre ética y derecho. Debe
encontrarse presente la relación entre principio, valor y obligación, y debe
reflejar
Las
obligaciones de los profesionales con ellos mismos, con la sociedad, con los
otros
Profesionales
y con el usuario o cliente.
Frankel establece una triple tipología de
códigos deontológicos, aunque reconoce que en la práctica se suele dar una
confluencia de varias tipologías que en la práctica denominamos código mixto.
De acuerdo a su criterio, un código deontológico puede ser operacional si se
limita a proporcionar un entorno donde los individuos son libres de ser éticos
porque se les presupone con disposición ética, y consiste en una simple
enumeración de valores sin reglas, desarrollo y explicaciones.
El código de la American Library Association
(ALA), constituye un claro ejemplo de esta tipología de código, y se considera
el primer código deontológico (revisado ya en varias ocasiones,
La última
en 1995), de enorme influencia en países del ámbito anglo-americano, e incluso,
del ámbito anglosajón. También podemos encontrar este tipo de códigos en los
elaborados por los nuevos países europeos emergentes, como Estonia o Lituania,
consistentes en una simple aunque bien relacionada enumeración de obligaciones
ausente de desarrollo formativo e informativo. Wiegand refiriéndose en concreto
al código de la
ALA,
crítica la ausencia de especificidad que caracteriza a este tipo de códigos y
opina que los enunciados operacionales deben ser concretados en manuales de
práctica con la finalidad de ofrecer respuestas éticas a situaciones concretas.
Una segunda tipología de código es la educacional la cual trata de ofrecer un
conocimiento de los deberes de la profesión y su comprensión a través de
comentarios, interpretaciones, o ejemplos. Podemos considerar que el código de la
Corporación de Bibliotecarios de Quebec, es el ejemplo más representativo de
esta tipología, estructurado en diferentes apartados de acuerdo a los deberes
establecidos con la sociedad, los usuarios, la institución a la que pertenecen
y la profesión. Otros códigos se encuentran redactados en función de los
valores seleccionados y los deberes que emanan de su aplicación, como es el
caso del código de los profesionales de la información en Portugal. El tercer
tipo de código es el regulatorio compuesto por una relación de deberes basados
en la norma, en unas reglas que son las encargadas de resolver la decisión
ética ante un conflicto. Describen un comportamiento que se encuentra bajo
supervisión de un Comité Disciplinario, como es el caso del código .